El Principio de todo...

 
 

   



LA MEMORIA 2004
La tarde del Jueves Santo, que apareció lluviosa, hizo temer por unos instantes que no pudiera iniciarse la estación de penitencia de Estatuto, cosa que no ha ocurrido en muchos años.
No obstante, gracias a la valentía en decisión del entonces Hermano Mayor Antonio Cano y de su Directiva, se acordó procesionar.
Previa a la salida, las escenas vividas en el interior del templo, entre los Portadores, fueron de una intensa emoción muy a duras penas contenida, pues se iba a materializar un sueño de largos años acariciado por muchos hermanos, aunque a todos les quedase el amargo sabor de no poder hacerlo desde SAN ISIDORO ni de que otros hermanos ya no les pudiesen acompañar.
Tras unas breves palabras pronunciadas por uno de los Portadores, y luego de la oración comunitaria, a las cinco y veinticinco el capataz daba la campanada de marcha; a puerta cerrada, la banda de acompañamiento interpretó varios toques en honor a Nuestros Titulares.
A las cinco y media en punto de la tarde se abrieron las puertas de la parroquial de San Juan Bautista.
Bajo los toques de su banda de acompañamiento, Nuestro Señor en la Columna emergió del interior del templo rodeado de una nube de incienso; ciento dos Portadores, entre hermanos y hermanas, le iban hacer andar por primera vez por las calles de Úbeda, acompañados por los otros cientos de hermanas y hermanos penitentes que esperaban recibirlo en ordenada formación.
Fueron instantes entrañables entre el público que abarrotaba la lonja. Las lágrimas de emoción se asomaron en más de un rostro, que esperaba que Nuestro Titular no fuese más allá del atrio.
Y sucedió lo imposible para la multitud expectante que atestaba la amplia lonja de la SAFA: en medio de una fina llovizna, que presagiaba que no sucedería esta salida procesional, Nuestro Señor en la Columna, con su Cruz de Guía al frente, iniciaba su estación de penitencia, seguido de Nuestra Señora de la Caridad.
Aún hoy muchos opinan que esa salida fue prácticamente un acto temerario; pero, vivido desde dentro, la decisión se adoptó sin vacilación bajo la confianza de que Nuestros Titulares no consentirían en defraudar, por cuatro gotas mal contadas, la intención de cientos de cofrades.
Y La Columna hizo su estación de penitencia.
El Viernes Santo, en nuestra segunda estación de penitencia dentro de la Procesión General, se tuvo el orgullo de contar con la suma de más hermanos Portadores.
En un sentir general, que a más de un Portador sonroja en su modestia y deja como esfuerzo de nuestra Cofradía, quedan las felicitaciones por las que durante y tras nuestra Semana Santa la ciudad sintió cómo una forma de procesionar, olvidada hacía casi dos siglos, volvía a recuperar las calles de nuestra Úbeda; con recogimiento, dignidad e ilusión.